Años más tarde tendría otra experiencia que me traería aquel día a la memoria. Tanto tiempo después me encontré de nuevo ante el espejo de mi cuarto, un par de malos tragos y algunas más decepciones a las espaldas, y alcancé a comprender que todo cambia con demasiada rapidez; y que, por tanto, las cosas tienen el valor que les des en un momento presente. Querer congelar lo que tenemos y hacerlo eterno no sólo nos lleva a perseguir un imposible, sino que devalúa nuestras vivencias de cada día. Es preciso, pues, despojarnos de todo lo accesorio, lo contingente, y quedarnos con la esencia. Esta esencia es la materia prima, el material a partir del cual podremos construir un mañana por mucho que varíen las circunstancias desde hoy.
Sólo nos hace falta eso que nos devuelve el espejo. A nosotros.
Corresponde a cada uno pensar qué, cómo y con quién quiere reconstruirse...
Laura R.
Leía ayer a Kapuscinski que decía algo sobre la relación del Yo con el Otro, el Otro que es Yo..., algo que llevo pensando en este curso y en realidad desde hace algún tiempo:
ResponderEliminar"el Otro no es sino un espejo en el que se contempla –y en el que es contemplado-, un espejo que lo desenmascara y lo desnuda, cosa que todo el mundo prefiere más bien evitar. "